domingo, 2 de septiembre de 2018

Grecia: una de las civilizaciones del Mediterráneo

Los pueblos que crearon las grandes civilizaciones mediterráneas –los griegos y los romanos- eran de origen indoeuropeo. Llegaron a Grecia a lo largo del II milenio a.C. y a Italia alrededor del año 1.000 a.C. En Grecia, los pueblos llegados se superpusieron sucesivamente a los ya existentes.
Los antiguos griegos se ubicaron en el sur de la península balcánica, en las islas del mar Egeo y en las costas de Asia Menor. El mar Egeo bordea las costas, entra en las ensenadas pequeñas, de forma que es posible navegar por todo ese mar.
La tierra es pedregosa. Tiene altas montañas y profundos valles. En el centro de Grecia, al sur de la Tesalia, se encuentran los montes más altos, como el monte Parnaso. El clima es seco. Los inviernos son fríos. Los veranos son cálidos, no llueve, el cielo siempre está azul y el aire es límpido.
               En la parte alta de las montañas, incluso en las laderas, cultivar la tierra es difícil. No es fértil, por lo tanto es mejor criar ovejas o cabras. En los valles, los montes naturales crecen y  es allí el lugar apropiado para cultivar algo de cereales o, mejor aún, vid y olivo. El problema más grande es la falta de agua. No abundan los arroyos, el agua debe cuidarse. Durante la temporada de lluvias, el agua se deposita naturalmente en cuevas subterráneas, en fuentes, de donde fluye el resto del año.

LA POLIS

Los griegos y los romanos se organizaron en ciudades-estado similares a las de Mesopotamia. En su origen eran gobernadas por reyes guerreros apoyados por nobles y funcionarios.
            Durante los siglos IX y VIII a.C., se produjeron cambios importantes en las ciudades-estado griegas. Poco a poco fueron abandonando la forma de gobierno monárquica. Los reyes se vieron forzados a compartir su poder con los nobles, hasta que les fue arrebatado totalmente.
            Allí las ciudades-estado recibieron el nombre de polis. Cada polis era una comunidad independiente y celosa de sus particularismos. Protegida especialmente por un dios, tenía un dialecto y una moneda propios. Su extensión era reducida y comprendía la ciudad propiamente dicha, la campaña de su alrededor y las aldeas que allí estuvieran. Cada polis tenía un puerto que le permitía practicar la pesca y el comercio; se destacaba a su vez la ciudad alta o acrópolis, el lugar destinado a los templos de los dioses y desde donde se divisaba el mar, los barcos amigos y enemigos que llegaban. En la ciudad misma, artesanos y comerciantes se agrupaban en barrios donde vendían sus productos. El ágora, además de se la plaza donde se intercambiaban los productos, era el lugar donde se reunían a discutir los asuntos de la polis. Se buscaba un lugar especial para el teatro; se aprovechaban las laderas de las montañas para hacer las gradas en forma semicircular.
            A pesar de no tener una unidad política, todos los griegos consideraban que formaban parte de un mismo pueblo, con lenguas similares, con un solo sistema de escritura, con los mismos mitos y dioses, con una misma expresión artística y hasta con los mismos enemigos.
             En los primeros tiempos, todas las polis se parecían en su organización. En cada una de ellas, las personas más importantes y poderosas eran los nobles, dueños de las mejores tierras de los valles (los oikos). Decían pertenecer a una gran familia, descendiente de un antepasado divino; y, por lo tanto, eran guerreros, prontos a defender a la polis con sus armas. Los nobles eran quienes gobernaban la ciudad.
            Por debajo de los nobles, estaban los pequeños propietarios, artesanos y comerciantes. Algunos tenían tierras, pero no las más fértiles sino las de las montañas (llamadas perioikis). Eran hombres libres, pero no tenían los privilegios y la importancia de los nobles. En el gobierno, sólo podían participar de la Asamblea.
            Los jornaleros eran más pobres que los anteriores, trabajaban la tierra de los nobles, y si bien eran personas libres, tenían pocos derechos.
            Quienes no tenían ningún derecho eran los esclavos, conseguidos como prisioneros de guerra o por robo de los piratas.

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ATENAS



Fue en Atenas (fines del S. VI a.C.) donde surgió una nueva forma de gobierno: la democracia. Para los griegos el “demos” era el conjunto de los ciudadanos; por lo tanto ellos usaban la palabra “democracia” para significar que “todos los ciudadanos gobiernan”.
Todos los hombres libres que habían nacido en la polis podían participar en sus órganos de gobierno, ya fuera su nacimiento noble o no. Todos ellos eran ciudadanos.  
           Pero en Atenas no sólo había hombres libres, y ni siquiera todos los hombres libres eran ciudadanos. La ciudadanía estaba reservada a los hijos varones de los ciudadanos (40.000 de una población de 350.000 aprox.), así que muchos inmigrantes llegados a Atenas en busca de prosperidad económica eran “extranjeros” y sus descendientes también (unos 100.000 aprox.). Además, había muchos esclavos (casi la mitad de la población).


           El órgano de gobierno principal era la asamblea popular de ciudadanos, que hacía las leyes, nombraba y vigilaba a los magistrados (gobernantes) y resolvía sobre todos los asuntos del Estado.


Organigrama de la democracia ateniense
 

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LA VIDA COTIDIANA

Las mujeres atenienses vivían recluidas en el gineceo, el lugar de la casa reservado para ellas. Como en las demás polis griegas, debían obedecer al padre o al marido. No se les reconocían derechos políticos ni civiles. En su casa trabajaban en labores de costura, controlaban sirvientes y esclavos (si eran ricas) y se encargaban de la crianza de de los hijos varones hasta los seis años y de las niñas, que sólo aprendían lo que sus madres hacían. Seguramente, las mujeres más pobres sí debían trabajar fuera de su casa, ya fuera como campesinas, nodrizas, pescadoras o cumpliendo otras funciones.
La vida de los varones atenienses era muy distinta. El ciudadano ateniense, fuera rico o pobre, vivía todo el día fuera de su casa. Trabajaba en el campo o en la ciudad, se reunía en el ágora o asistía a la Asamblea. Si era rico, tenía seguramente un buen número de esclavos que realizaban las tareas por él. Su hijo varón asistía desde los seis años a la escuela, acompañado de un “pedagogo”. Allí aprendía a leer, a escribir y a contar; a recitar los poemas de Homero, a tocar instrumentos musicales. También se le instruía en ejercicios físicos: carreras, saltos, lanzamiento del disco o de la jabalina. A los quince años estaba pronto para recibir el entrenamiento militar necesario para defender a su polis; terminado el mismo, a los veinte, ya era ciudadano.





miércoles, 15 de agosto de 2018

Juicio de los muertos

Papiro del juicio de los muertos de Hunefer (ca. 1275 a.C.), escriba de la corte del faraón Seti I (1296 a.C.–1279 a.C.).


domingo, 29 de julio de 2018

La civilización egipcia

El antiguo Egipto







 
Los beneficios del Nilo

"Salud a ti que vienes a vivificar a Egipto, tú que riegas el desierto. Si tardas entonces todos los hombres caen en la miseria. Te saludamos como un rey cuando vuelves en la época de las crecidas y llenas el Alto y Bajo Egipto. Cuando la inundación crece, te hacemos ofrendas: degollamos bueyes para ti. Una ofrenda es hecha a cada dios como la hacemos también para ti. ¡Ábrete Nilo que haces vivir hombres y rebaños regalándoles los campos!"

Gran Himno al Nilo, Fin del Reino Antiguo







 Los oficios


El prestigio del escriba

“Mira, no hay una profesión que esté libre de director, excepto el escriba. Él es el jefe. Si conoces la escritura, te irá mejor que en las profesiones que te he presentado. Míralos en su miseria (...)
[El escriba] Está considerado como un hombre que escucha, y el que escucha se vuelve un responsable (…) A ningún escriba le falta el alimento, ni bienes pertenecientes al palacio real.
Mira, es bueno que seas enviado frecuentemente a escuchar las palabras de los magistrados. Conseguirás los modales de los biennacidos, si marchas tras sus pasos (...)”.


Sátira de los oficios, 2.100 a.C. aprox.



 La vida de los campesinos

“Los gusanos han echado a perder la mitad de la cosecha, el hipopótamo se comió el resto. La langosta llega, y el ganado come, y los pequeños pájaros depredan. Lo que puede quedar en el aire, se lo llevan los ladrones. Y el escriba de los impuesto tasa lo cosechado. Están los agentes con sus garrotes. Esto es lo que dicen: “danos el grano”. Pero no tiene nada. Entonces golpean al campesino tendido en la tierra y le arrojan a una zanja (...)”. 

Sátira de los oficios, 2.100 a.C. aprox.








Organización política de Egipto


viernes, 13 de julio de 2018

Faraones y pirámides


En la siguiente dirección, pueden encontrar esta revista, que tiene algunos años, pero es muy gráfica para imaginar algunas características del antiguo Egipto:

http://www.blogodisea.com/a-traves-del-tiempo-faraones-y-piramides.html



jueves, 24 de mayo de 2018

Las primeras civilizaciones

LA MEDIA LUNA DE LAS TIERRAS FÉRTILES


La Media Luna de las Tierras Fértiles, es una zona que se extiende desde el valle del río Nilo en el norte de África, hasta la desembocadura de los ríos Tigris y Éufrates en el Golfo Pérsico. Los grandes ríos permiten el desarrollo de esta zona fértil rodeada por desierto y montañas, un verdadero oasis. 
El Nilo es un río que corre por más de 6.500 km. desde sus nacientes en el centro de África, hasta la desembocadura en forma de delta en el Mar Mediterráneo. A ambos lados del río se extiende el desierto. La península del Sinaí –también desértica- comunica a Egipto con Asia y al mismo tiempo lo aísla.

En esta zona con clima seco, caluroso y muy escasas lluvias, la vida sólo era posible a orillas del río. En junio, el calor es intenso y las aguas del río han descendido a su cauce más reducido. En los meses de verano, desde julio hasta octubre, el río se desborda. Cuando el agua se retira, deja la tierra fertilizada con el limo que permite cultivar.

Al este de la Península del Sinaí, se extiende el desierto de Arabia por más de 1.000 km. Más al este se encuentran los valles de los ríos Éufrates y Tigris. Esta zona se llama Mesopotamia. Estos ríos también proporcionan a los habitantes de la zona el agua para regar sus cultivos, para el transporte y la pesca. A diferencia del Nilo, estos ríos no se desbordan de forma regular y eso exige a los pobladores un gran esfuerzo de organización para poder aprovechar sus aguas. Los primeros pueblos que prosperaron a sus orillas fueron los sumerios y los babilonios.





CARACTERÍSTICAS DE LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES


Muchos restos arqueológicos nos hablan de grupos humanos que vivían de modo diferente a los pueblos del Paleolítico y del Neolítico. Se han encontrado resto de poblaciones con viviendas elaboradas con materiales cada vez más resistentes, y utensilios de metales como el cobre o el bronce. No se tratan de aldeas con unos pocos cientos de personas, sino de pueblos que han desarrollado una forma de vida más compleja, que han creado una civilización, que viven en ciudades.

En las aldeas del Neolítico, todos los pobladores compartían la tarea de producir alimentos. En algunos lugares, las condiciones para la agricultura eran especialmente favorables. Las tierras fértiles, el agua abundante y fácil de obtener para regar los cultivos y el clima templado, son condiciones que pueden haber ayudado a incrementar su producción. En Egipto, el río Nilo, y en Mesopotamia, el Tigris y el Éufrates se desbordan y fertilizan las tierras a sus orillas. La crecida de los ríos era difícil de controlar y los agricultores debieron organizarse para construir diques y canales, que les permitiera aprovechar mejor el agua. A partir del IV milenio a.C., algunos pueblos incorporaron nuevos elementos como la rueda, el torno, el arado, el tiro de animales y el uso de los metales. En estas condiciones, la producción de alimentos fue creciendo, y produjo un aumento en el número de habitantes en la aldea. Los agricultores producían el alimento para toda la comunidad, a pesar de su creciente tamaño. Por primera vez, el trabajo generaba un excedente de producción, con el cual se alimentaba un nuevo grupo de personas que no necesitaban trabajar la tierra para vivir. Algunos empezaron a especializarse en tareas no agrícolas, como los artesanos (dedicados a la cerámica, tejedores, carpinteros, orfebres).

Los restos encontrados muestran que los templos dedicados a las divinidades ocupan un lugar importantísimo en las ciudades. Los intermediarios entre los dioses y los hombres –los sacerdotes- se convirtieron en un grupo diferente al de los campesinos y artesanos. No necesitaban trabajar la tierra para vivir y su importancia fue creciendo. Se encargaron de controlar los tributos que los campesinos entregaban a los dioses. Los sacerdotes tuvieron tiempo para observar las fuerzas de la naturaleza, sus conocimientos astronómicos aumentaron y pudieron anunciar el momento de la crecida de los ríos o la iniciación de la siembra. Por lo tanto, estuvieron en condiciones de elaborar un calendario para medir el tiempo.

En muchas civilizaciones, la necesidad de anotar y controlar lo que cada uno entregaba como pago de impuestos hizo necesario crear un sistema de numeración y de escritura. Los primeros en dominar esta técnica fueron los propios sacerdotes y los funcionarios a su servicio. A los encargados de inventar y aprender los nuevos signos se les llamó escribas. El escriba también ejerció un trabajo especializado.

La artesanía especializada, la construcción de templos y de viviendas para los sacerdotes y funcionarios, hicieron necesario buscar materiales fuera de la región. Los comerciantes eran quienes traían a la ciudad metales, piedras, maderas y hasta productos alimenticios, incluso desde lugares lejanos.

Los restos de murallas en algunas ciudades nos demuestran que sus habitantes debieron defenderse de pueblos vecinos o proteger su cosecha. Algunos de sus habitantes, pues, ejercieron otra tarea especializada: eran soldados que se encargaban de la defensa.

A la figura y sabiduría de los sacerdotes se asocia también la aparición del poder político. Los reyes gobernaban en sus palacios, como representantes de los dioses, apoyados por los sacerdotes, los nobles guerreros y los funcionarios. A este tipo de gobierno que asocia el poder político con el religioso se le llama teocracia. Las decisiones políticas las tomaba el rey –con el consejo de sus colaboradores- sin participación alguna de los gobernados, de modo que éstos eran súbditos.
Adaptado de Pensar la Historia 1. Ed. Contexto.







    viernes, 18 de mayo de 2018

    De la Prehistoria a las Primeras Civilizaciones


    El Neolítico

        Hace unos 10.000 años, la vida de los hombres y las mujeres tuvo cambios sustanciales. En muchas zonas donde vivían los cazadores, el clima se hizo más templado, los glaciares retrocedieron, muchos animales que ellos cazaban. emigraron hacia territorios más fríos, o se extinguieron. Los grupos humanos debieron dedicarse más a la recolección, buscando granos o frutos, o recurriendo a la pesca, y, de ese modo, dieron inicio a un proceso de cambios en la forma de conseguir alimentos. Llamamos a este cambio Revolución Neolítica. Pasaron de ser exclusivamente recolectores y cazadores a transformarse en productores de sus alimentos.
       Los más antiguos restos encontrados nos hablan del origen de la revolución neolítica en el Cercano Oriente. Los hombres de esta época, primero recolectaron cereales silvestres –como el trigo y la cebada- hace unos 10.000 años, luego de largas observaciones seleccionaron las semillas y descubrieron cómo cultivarlos. Aprendieron así a “domesticar” esas plantas. Posteriormente, los pueblos de América descubrieron el cultivo del maíz (4.800 años); en Asia, el del arroz (4.300 años); y en África el del sorgo (3.000 años). Las nuevas técnicas se fueron desplazando de los territorios originales a regiones vecinas.
       También en un lento proceso, en la misma época, aprendieron a criar animales, inicialmente salvajes –como el perro, la oveja, la cabra, el cerdo y el vacuno- y a controlar su reproducción, para mantener una reserva de carne.
       Fue un proceso muy lento y un cambio muy profundo para el desarrollo de las sociedades humanas.
       Las primeras formas de cultivo desgastan la tierra y exigen el traslado periódico de la población. Si las tierras son suficientemente fértiles, y la producción de alimentos es eficaz para mantener a todo el grupo, los agricultores pueden volverse semi-sedentarios. Esto significa que pueden establecerse en aldeas.
       Con el aumento de la producción de alimentos, la población crece. Los grupos humanos ya tienen cien o doscientas personas. Las actividades que desarrollan los hombres y mujeres se van haciendo más complejas que en el Paleolítico.

    Adaptado de Pensar la Historia 1. (2015). Ed. Contexto.
     




     

    lunes, 7 de mayo de 2018

    El Paleolítico

    De las culturas del Paleolítico hemos encontrado solamente los utensilios que hacían, algunos de los lugares donde vivían y las tumbas en las que enterraban a sus muertos. No tenemos descripciones escritas de este largo período. Los restos encontrados nos permiten elaborar un relato incompleto sobre la forma en que estos hombres vivieron y las cosas en que creyeron. Pero la posibilidad de completarlo se ha perdido para siempre.
    Los grupos humanos del paleolítico dependían de lo que la naturaleza les podía brindar. Recolectaban frutos silvestres, caracoles, hongos, huevos. Si encontraban un animal ya muerto, comían su carne tal como lo hacen algunos animales. Más adelante, aprendieron a cazar, al comienzo seguramente animales pequeños –como conejos- y hacia el final del Paleolítico grandes animales –como bisontes, mamuts, renos, osos-. En la última etapa del Paleolítico y de acuerdo a los restos encontrados –arpones, anzuelos- aprendieron a pescar. Estos hombres debían desplazarse buscando su comida, no vivían siempre en el mismo lugar. Eran, por lo tanto, nómades.
    Los utensilios y armas empleadas eran de sílex. El sílex es una piedra dura de la que, si se golpea fuertemente, se obtienen filos muy cortantes. Estas primeras “hachas de piedra” servirían para golpear, raspar, cortar.
    A lo largo del Paleolítico las técnicas fueron mejorando y las armas y herramientas se volvieron cada vez más específicas, como las puntas de flecha, los perforadores, los anzuelos y los arpones. Seguramente también fabricaban utensilios de madera o de hueso, aunque muchos de ellos no fueron encontrados.
    En los tiempos de las glaciaciones, los grupos humanos se refugiaban en la entrada de las cavernas y se protegían del frío y la humedad con cueros de animales y ramas. Hace unos 900.000 años ya construían unas tiendas de cueros o ramas que abandonaban cuando perseguían los animales de caza.
    A partir de los restos encontrados y de la comparación con pueblos cazadores actuales, se deduce que vivían en grupo. Suponemos que no eran grupos muy numerosos, unos veinte individuos capaces de organizarse para cazar juntos o para defenderse. La obtención del alimento no era fácil y seguramente todos los miembros del grupo colaboraban.
    Se piensa que hace unos 700.000 años, los hombres del Paleolítico empezaron a utilizar fuegos ya encendidos y luego aprendieron a provocarlo. Con la utilización del fuego su vida cotidiana y su alimentación deben haber variado sustancialmente.
     
    Adaptado de Pensar la Historia 1. (2015). Ed. Contexto.
     

    viernes, 6 de abril de 2018

    LA PREHISTORIA

            Llamamos Prehistoria, al período de tiempo que comienza con la aparición de los primeros humanos en la tierra (hace 4.000.000 de años aprox.) y termina con la invención de la escritura (3.500 a.C. aprox.).

              Es un período muy extenso, y por eso los historiadores suelen dividirlo en, por lo menos, dos partes: el PALEOLÍTICO y el NEOLÍTICO

              Durante este período, la humanidad sufre cambios de adaptación y logra poco a poco comenzar a dominar la naturaleza. Estos cambios se ven luego de miles de años de contínua evolución.

              Los científicos continúan intentando elaborar una posible cadena evolutiva humana. Para ello, se basan en la información que logran obtener a través de los diferentes hallazgos arqueológicos alrededor del planeta. Desde hace muchos años, investigadores de todos los países trabajan para poder entender nuestro proceso evolutivo. Por eso, año a año, los conocimientos sobre nuestro pasado más lejano van avanzando, dado que se logran descubrir elementos nuevos.

              A pesar de ello, la mayoría coincide en que nuestra especie ha sufrido innumerables cambios, y si bien no están todos de acuerdo en cómo se dio la evolución, sí coinciden en establecer los nombres y características principales de nuestros antepasados.



    Las especies humanas



    AUSTRALOPITHECUS AFARENSIS


    Período de existencia: hace entre 3.700.000 y 2.900.000 años.
    Descripción: El “simio meridional de Afar” tenía 1,5 metros de altura, de 30 a 70 kilos de peso y una capacidad craneal entre 350 y 400 centímetros cúbicos. Conservaba rasgos simiescos, sobre todo en las manos y los pies.
    Descubrimiento: todos los restos se han encontrado en el norte de Etiopía (África).









    HOMO HABILIS


    Período de existencia: hace entre 2.100.000 y 1.500.000 años.

    Descripción: H. Habilis era un humano de poca estatura –entre 1,4 y 1,5 metros- y ligero, pues no superaba los 40 kilos de peso. Su mandíbula sufrió una importante reducción, pero los restos fósiles del cráneo demuestran que la zona frontal de la cabeza se hizo más ancha.

    Los restos hallados nos muestran que Homo Habilis fabricaba útiles de piedra.

    Descubrimiento: La primera mandíbula del “hombre habilidoso” fue encontrada por Jonathan Leakey en Olduvai (Tanzania) en 1972.





    HOMO ERECTUS



    Período de existencia: hace entre 1.800.000 y 400.000 años.

    Descripción: esta especie debía de parecerse mucho al hombre moderno, aunque tenía menos estatura (1,65 metros). Su cerebro era mayor que el de sus antecesores, pues alcanzaba un volumen de entre 750 y 1.250 centímetros cúbicos.

    Homo Erectus dominó el fuego y pronunció las primeras palabras.

    Descubrimiento: En 1891, Dubois, descubrió en Java un fémur de un homínido al que llamaron Homo Erectus (“humano erguido”).








    HOMO SAPIENS NEANDERTHALENSIS



    Período de existencia: hace entre 220.000 y 27.000 años.

    Descripción.  El Neandertal presentaba una mezcla de caracteres arcaicos y actuales. Poseía un cerebro totalmente moderno, aunque del estudio de la caja craneal se deduce que era más largo y aplastado que el nuestro. Estos seres humanos, que tenían una estatura media de 1,65 metros, estaban sólidamente constituidos: la fuerza de sus miembros era muy superior a la de un atleta moderno. Fueron los primeros en enterrar a los muertos, cuidar a los enfermos y manifestar un cierto sentido estético.

    Descubrimiento: El H. Sapiens Neanderthalensis, la “persona inteligente del valle del río Neander”, recibe su nombre del enclave alemán donde Johann Carl Fuhlrott descubrió varios esqueletos, en 1856.


     


    HOMO SAPIENS SAPIENS



    Período de existencia: hace 150.000 años.

    Descripción: Caminar completamente erguido, cerebro grande (tres veces mayor al del chimpancé), desarrollo del lenguaje y del arte. Se trata del hombre actual. Habitaron todos los continentes.
    Descubrimiento: en 1924 son hallados en Sudán restos fósiles de los primeros hombres actuales.










    domingo, 11 de marzo de 2018

    El tiempo histórico




    Para terminar de armar el esqueleto de la reconstrucción histórica, debemos recurrir a la Cronología, o sea, a la ciencia que tiene por objeto determinar el orden y fecha de los acontecimientos históricos.

    Los seres humanos hemos utilizado diferentes herramientas para medir el tiempo como el reloj de sol, el de arena, etc y el calendario para representarlo. ¿Cómo medimos el tiempo nosotros? Empleamos unidades de tiempo: segundos, minutos, horas,días, meses, años, siglos, milenios.

    El tiempo histórico, es el tiempo en el que transcurre la vida de las sociedades, desde la aparición de los primeros humanos hasta hoy. Lo representamos mediante una línea de tiempo, donde ubicamos los diferentes acontecimientos en orden cronológico (desde el más antiguo hasta el más actual).

    Para ubicar los acontecimientos y diferenciar una época de otra, los historiadores dividen a la Historia de la Humanidad en períodos: la PREHISTORIA, que va desde la aparición de los primeros humanos (hace unos 2 o 3 millones de años) hasta la invención de la escritura (4.000-3.500 a.C.) y la HISTORIA escrita que llega hasta hoy. A su vez la Historia escrita se divide en épocas.
     
    Las épocas de la Historia: 

    Antigüedad: 3.500 a.C. – 476 d.C.

    Edad Media: 476 – 1492

    Época Moderna: 1492 – 1789

    Época Contemporánea: 1789 - hoy 


    Adaptado de Pensar la Historia 1. (2015). Ed. Contexto.
     
    Tomado de MARTIN, J., LAMBIN J-M. y DESPLANQUES, P. Histoire-Géographie 6e. (1986). Ed. Hachette


    El trabajo del historiador

    ¿Cómo trabaja el historiador?

    El pasado se conoce a través de los vestigios que ha dejado. Por ejemplo: en un documento escrito como el de las Instrucciones del Año XIII, el historiador se plantea preguntas sobre lo que le interesa saber: ¿cómo fueron recibidas esas ideas en Buenos Aires?, ¿quiénes estaban en contra?, ¿por qué? Luego busca otros documentos y libros sobre el tema para encontrar las respuestas. La investigación histórica comienza con una o más preguntas que aún no tienen respuestas.
    Una pregunta sin respuesta puede ser provocada por un hallazgo -como una tablilla escrita en un idioma desconocido-, pero también puede surgir de una nueva manera de analizar un tema ya estudiado.
    Pensemos estas preguntas: ¿Los niños participaron en la Revolución Oriental?, ¿cuál fue su papel?. Estas preguntas, sobre las cuales no se ha estudiado mucho, son un buen comienzo para el historiador.
    La primer tarea es buscar todo lo que se ha escrito sobre el tema. Cuando se ha reunido lo suficiente, el historiador formula una hipótesis, que es un intento de responder a la pregunta inicial. El historiador debe presentar pruebas que confirmen sus dichos, como objetos, documentos escritos o relatos orales.
    Una vez que ha culminado estas etapas, el historiador debe expresar por escrito las conclusiones a las que ha llegado. Para ello redacta un texto en el que narra su versión de lo que ocurrió, donde escribe y explica lo que, según él, ocurrió. El historiador debe luego defender su obra antes sus colegas.

    Las ciencias auxiliares

    El historiador no trabaja solo. Necesita la ayuda de otras ciencias para poder entender y reconstruir el pasado. Dependiendo del período que esté estudiando, algunas ciencias le resultarán más útiles que otras.





    domingo, 4 de marzo de 2018

    ¿Para qué sirve la Historia?

    La Historia y su método de estudio

    ¿Qué es la Historia?



    La Historia es una ciencia que estudia a los hombres en el tiempo pasado. Cuando estudiamos Historia debemos tener presente cuatro elementos: 

    El tiempo: la Historia se refiere al pasado, más o menos remoto. Si hablamos de tu pasado, son 12 o 13 años; si nos referimos al pasado del Uruguay, nos remontaremos a casi 200 años. 

    El espacio: tampoco es el mismo. La ciudad es diferente: las calles, las plazas, las casas... También hay diferencias entre el espacio en el que vivimos nosotros y la vida de otra persona, por ejemplo en el campo, o en una ciudad más grande, incluso en el desierto. 

    Hechos y situaciones: cuando reconstruimos la Historia nos detenemos en el recuerdo de algunos acontecimientos que consideramos importantes, por ejemplo, la fundación de Montevideo. Pero la Historia nos cuenta también cómo se vivía en esa época, qué se comía, a qué se jugaba... 

    Las personas: si hablamos de tu historia, vemos que todo gira en torno a tu persona: el día en que naciste, cuándo aprendiste a caminar, las peleas con tus hermanos. Si hablamos de la revolución artiguista, inmediatamente pensamos en Artigas. Pero, ¿la Historia está hecha sólo por personas importantes? ¿Y todos aquellos cuyos nombres no conocemos? ¿Quiénes acompañaron a Artigas?




    ¿Cómo se estudia y reconstruye el pasado histórico? 

    Para poder reconstruir el pasado necesitamos pruebas o huellas de ese tiempo que nos permitan conocer cómo se vivía en él; a esos vestigios del pasado los llamamos FUENTES. Esas pruebas pueden ser de varios tipos: 
    • Documentos escritos 
    • Audiovisuales 
    • Restos materiales 
    • Restos fósiles 
    • Fuentes iconográficas 
    Los historiadores cuentan con gran cantidad de documentos escritos en épocas pasadas. Se conservan, por ejemplo, cartas escritas por Artigas, Napoleón o papiros egipcios. Los documentos que fueron escritos en la misma época en que se produjeron los acontecimientos que se relatan son documentos históricos. Uno de los problemas que debemos afrontar en Historia es que no tenemos documentos escritos sobre todos los hechos que vamos a estudiar. Si pensamos en la historia de la humanidad, hace solo 6.000 años que se inventó la escritura. Muchos pueblos anteriores a ese hecho no la conocieron. Pero no por ello podemos perder su Historia. Por suerte tenemos otras pruebas que han dejado para nosotros.
    • Los audiovisuales pueden ser videos, grabaciones de voz, relatos transmitidos de padres a hijos, de generación en generación. Suelen ser tradiciones, explicaciones del mundo, cuentos y poesías. ¿De qué nos sirven? Piensa en los relatos de tus abuelos sobre tu infancia. No están en ningún libro, pero ¡qué interesantes resultan! También podemos estudiar el pasado a través de obras de cine, música y otros.
    • Los restos materiales también nos ayudan a reconstruir el pasado histórico. Para reconstruir nuestra infancia, puede ser un juguete; la juventud de nuestros abuelos, un vestido de novia; la época de Artigas, una lanza… Los restos materiales son muy valiosos cuando se trata de estudiar pueblos que no conocieron la escritura y de los que tampoco conservamos relatos orales.

    • Las fuentes iconográficas son las pinturas, los dibujos, las fotografías, de las cuales podemos extraer mucha información. Sólo debemos saber qué buscar en cada caso.

    • Los restos fósiles son todos los restos de animales, humanos y vegetales que se han fosilizado por el paso del tiempo. Ayudan a reconstruir tanto el aspecto como la forma de vida que pudieron tener.